martes, 29 de julio de 2008

Dos corredores opuestos


Pocos confiaban en el triunfo de Carlos Sastre en el Tour de Francia de este año, y yo no era una excepción, aunque el mismo corredor dijera al comienzo de la carrera que se había preparado para la victoria como nunca. Y no es que subestimara a Sastre, que me parecía un fantástico ciclista, recio en la montaña y pasable en la contrarreloj, sino que siempre lo he visto resistiendo más que atacando, y eso no es excesivamente bueno para un corredor cuya virtud reside principalmente en las etapas de montaña.
Contra los pronósticos generales, Sastre ha ganado el Tour a lo grande, atacando desde abajo en Alpe D'Huez y dejando a los mediocres favoritos para el triunfo final peleándose para no pelear, escondiéndose para no cargar con el peso de la ascensión, que no es otro que el peso de la gloria, como bien sabe Sastre. Cadel Evans, el eterno segundón exento de modales y sobrado de soberbia, se permitió el lujo de decir que había sido el único que había tirado de los favoritos cuando los que seguimos la etapa le vimos arrastrarse chupando rueda a cada tibio ataque que lanzaba cualquier integrante del llamado grupo de los favoritos. Sólo se puso a tirar cuando quedaban 3 kms. de puerto, es decir, cuando la meta estaba cerca y Sastre cada vez más lejos. En vez de felicitar al brillante vencedor de la etapa, que, como dijo Javier Ares, demostró que al menos no todos eran mediocres en el pelotón, Cadel Evans se revolvió con su orgullo innato y afirmó con el desprecio de quien se cree por encima del bien y del mal que el sábado, es decir, en la contrarreloj, le iba a arrebatar el amarillo. Así, con dos cojones. Por eso me ha alegrado doblemente la victoria de Sastre, porque es la victoria de un hombre bueno, humilde, que ha dado los mejores años de su vida como gregario de corredores inferiores a él, o a los que se ha llevado por delante la lucha contra el dopaje.
Por ello, mi más sincera enhorabuena a Carlos Sastre. Felicidades.

sábado, 26 de julio de 2008

Un agujero negro (tras otra entrada mítica)


Otro gran parón se ha apoderado de este blog, y creo que es el tercero desde que comencé a escribirlo, hace ya casi un año. Éste último ha sido tan largo, ha sido una entrada tan mítica, con esa I latina de primera parte (afortunadamente poca gente estaría esperando la segunda parte) que casi podría calificarse de agujero negro. El blog ha navegado entre millones de toneladas de antimateria y, como lo contrario de la materia no es otra cosa que el espíritu, o los espíritus, es evidente que esta bitácora se ha pasado más de un mes en el mismísimo cielo, entre estrellas y almas (no entre barras y estrellas, cuidado), como un místico más del Renacimiento español. Y como un místico más ha regresado del firmamento para morir porque no muere, es decir, para vivir, esperemos que por mucho tiempo, alejada de agujeros negros, galaxias lejanas y demás infinitos. Así sea.