miércoles, 6 de agosto de 2008

Cinco once mil vírgenes en Cañas (La Rioja)


Algunos dudaron de su falaz existencia, como Enrique Jardiel Poncela, que tituló una novela suya con el irónico título de ¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?, pero en un reciente viaje relámpago a La Rioja me he encontrado con las calaveras de cinco de esos once miles de castas féminas. Reposan en la sala de reliquias del monasterio de Santa María de Cañas, una abadía cisterciense del siglo XIII, enseñando sus interioridades con una impudicia muy alejada del recato que (supuestamente) mantuvieron en vida.

lunes, 4 de agosto de 2008

Un año de Blogse

Hace hoy exactamente un año que nació este blog, el 4 de agosto de 2007. Acababa de pasar unos días en Zamora, Ávila, Salamanca y Segovia (no por este orden) y pocos días más tarde íbamos a viajar a Valencia. Adela llevaba ya unos cinco meses de embarazo y estábamos a punto de comprar una casa en la que ayer hemos celebrado el bautizo de Diego.
Ha pasado ya todo un año, por si fuera poco bisiesto, 366 días desde aquellas "Analogías sumarias"de Julio Llamazares, primera entrada de este blog que, por cierto, no habría visto la luz sin la insistencia de mis hermanos Diego y Álvaro (La lúgubre góndola estuvo ayer también de aniversario).
Conocer el mundo bloguero, que es en realidad otro mundo, (no el otro mundo, claro) ha sido un descubrimiento casi tan interesante como el descubrimiento de América. En él destacan especialmente las personas que lo habitan: Diego y Álvaro, por supuesto, Pedro, Merche, Borja, Manuel, Nerea, Trenti, Antonio, etc., etc. y tantos otros... A todos, muchas gracias.

viernes, 1 de agosto de 2008

El alma del can Cerbero

Varias mitologías europeas recogen el mito del perro que guarda la entrada del otro mundo: Garm en la mitología germánica y nórdica, y Cerbero en la griega. El can Cerbero defendía la entrada del infierno helénico, el Hades, y a fe que la primera visión que se les presentaba a los griegos que acababan de cruzar la laguna Estigia, en una triste singladura que para colmo había que pagar al barquero Caronte, debía de ser aterradora: un terrible perro de tres cabezas coronadas por serpientes (que le salían dulcemente de la piel como el pelo al resto de sus congéneres; habría que ver quién era el osado Llongueras que se atrevía a ponerle mechas). Pero el caso es que Cerbero era perro que mostraba diferentes estados de ánimo según fuera la intención del paseante que se acercaba a sus dominios: si el interesado quería entrar al Hades, el animal enseñaba su mejor cara, se mostraba complaciente y movía la cola en señal de alegría; pero, como algún desdichado pretendiera escaparse, Cerbero podía actuar de una forma muy disuasiva. Dicho de otra forma: de las garras del perro mitológico no se hubiera librado ni Michael Scofield, el sesudo protagonista de Prison Break. O mejor aún: escapar del infierno helénico resultaba casi tan difícil como cancelar hoy día un contrato con las principales operadoras de telefonía móvil de nuestro país: Movistar, Vodafone y Orange. Por eso, a pesar de los siglos que han pasado (tantos que lo que era religión hoy no es más que mito), tengo la sensación de que las compañías telefónicas tienen en el fondo el alma del can Cerbero, es decir, actúan de la misma manera, recibiendo a los clientes que quieren entrar con dicharacheros movimientos de cola e impidiendo a toda costa la salida a los que desean cambiar de operador. Para que digan que la mitología es cosa del pasado.