Hace unos días, mi hermano Diego colgó en su blog una viñeta de El Roto titulada Oficina de empleo en la que aparecía el marco de una puerta por la que pasaban casi en círculo una multitud de personas grises, tristes, sin esperanza, condenadas a atravesar una y otra vez por el maldito marco de la oficina. La sensación de destino inalterable me recordó los castigos envenenados de la mitología griega, pero además me trajo a la mente una imagen no mitológica, sino real. La vi saliendo de Úbeda el lunes posterior al día de Andalucía frente a la tosca plaza de toros ubetense, que, pese a estar construida en el siglo XIX, más bien parece un castro prerromano. Justo en la otra acera se concentraban más de cien personas. Observé el gentío y pude ver que se dirigía hacia una oficina de empleo.
Me restalló Quevedo en la cabeza: "Y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la"... crisis.
Me restalló Quevedo en la cabeza: "Y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la"... crisis.