martes, 25 de noviembre de 2008

Traducciones literales I (el aguijón en el vocablo)

Con las elecciones de EE.UU. y el flamante equipo de gobierno que día a día vamos leyendo en la prensa y vemos en televisión e internet compruebo por enésima vez la pereza mental que inunda el periodismo cuando se trata de traducir términos de otros idiomas (en particular, del inglés) al nuestro. Aunque el periodista cuenta con la dificultad (y la excusa) del apresuramiento, de la inmediatez, lo cierto es que la traducción literal asoma la cabeza en novelas y otros textos que pueden estudiarse con más detenimiento, como contaba hace ya tiempo Javier Marías en El País Semanal.

La rapidez que implica la noticia no exime al periodista de la falta que comete cuando se incurre en ella hasta la saciedad o cuando se repite mecánicamente sin reparar en su significado en español o en que ya existen las palabras precisas en castellano para denominar aquello que ha de traducirse. Las traducciones literales al principio chirrían, pero luego se van adaptando a nuestro discurso. Nuestros oídos, desde luego, se acostumbran a todo.
El día de las elecciones americanas los oídos me lloraban ya de escuchar continuamente las palabras "votos electorales" y "votos populares". Venían a mis oídos y se enseñoreaban de ellos como música de las estrellas. Y en el hartazgo que se iba apoderando de todo mi ser, acabé reflexionando sobre el significado de "votos populares" y "votos electorales". ¿Qué coño quería decir eso? Deduje por mis propios medios que el sintagma "votos populares" venía a referirse a lo que en España llamamos "votos" a secas, y los "votos electorales" a lo que denominamos "escaños" o bien en este caso "delegados". ¿Por qué entonces repetir continuamente eso tan americano de "votos electorales" y "votos populares" si tenemos prácticamente que imaginarnos su significado?
(Continuará)

martes, 18 de noviembre de 2008

En la cumbre


De nuevo La insoportable levedad del ser me da claves para interpretar cumbre que se ha celebrado este fin de semana en Washington. Hace ya unos días comparé el casi lúbrico deseo de ir a la cumbre de nuestro presidente (a quien desde aquí felicito por este éxito) con la levedad de Parménides y el peso de Beethoven, dicotomía que explica Kundera en su novela. Ahora, son las fotos del encuentro las que traen a mi memoria una parte de esta obra, que cuenta las relaciones de dos parejas cuyos miembros, en un momento u otro de sus vidas, entran en contacto.

Franz, el personaje que menos páginas ocupa de los cuatro, es un profesor suizo casado con una mujer a la que no quiere y amante de una pintora llamada Sabina que fue amante a su vez de otro protagonista de la historia, Tomás. Cuando Franz abandona a su esposa, Sabina lo abandona a él, pero el profesor, en vez de hundirse en una depresión severa, se siente reconfortado: por primera vez en su vida puede tomar decisiones por sí mismo.

Con el tiempo inicia una relación amorosa con una alumna suya, pero sigue guardando por Sabina un amor más allá de las cosas, un amor semejante al que mantenía según las normas del amor cortés medieval el amante con su dama. Como prueba de ese amor descabellado, Franz acepta acompañar una protesta en Camboya para pedir a sus autoridades que permitan el paso a un grupo de médicos para atender a la población civil.

El grupo se aproxima a la frontera y una traductora pide que dejen entrar a los médicos. Se suceden los segundos, caen los minutos uno tras otro, pero desde el otro lado del río que hace frontera todo es silencio o, peor aún: indiferencia. "Franz comprendió de pronto que todos eran ridículos, él y los demás, pero aquella comprensión no lo separaba de ellos, no lo llenaba de ironía, al contrario, era ahora cuando sentía por ellos un inmenso amor [...]. ¿Qué más puede hacer esa gente que teatro? ¿Les queda alguna otra posibilidad?".

Los miembros del G20 se enfrentan a una situación desconocida que difícilmente puede solucionarse en reuniones como las de este fin de semana. Es imposible tomarse un café con churros por la mañana, como ha dicho Solbes muy socarronamente, y salir por la tarde con el capitalismo refundado. Quizá esta cumbre no sea más que puro teatro. Pero, como a Franz y a sus compañeros de marcha, ¿acaso les queda otra posibilidad?
Foto de www.rtve.es

jueves, 13 de noviembre de 2008

A los troyanos lo de los troyanos y a los aqueos lo de los aqueos

Es curioso cómo una mala traducción, una interpretación errónea o una elisión más o menos voluntaria puede cambiar radicalmente la realidad. 
Según la Ilíada, los troyanos sufrieron un asedio que se prolongó nada menos que nueve años, momento en el cual se manifiesta la cólera de Aquiles. El asalto a la ciudad, mítica durante siglos, es una obra maestra de la astucia sobradamente conocida. Los troyanos aceptan un caballo envenenado (con un rico mundo interior, diría algún psicoanalista contemporáneo) que lleva en sus entrañas, como una madre, la destrucción de la ciudad. Y, sin embargo, paradójicamente, en informática reciben el nombre de troyanos aquellos programas que se instalan inadvertidamente en los ordenadores y controlan los movimientos o las páginas que visitan sus usuarios. Los troyanos son, pues, programas espía que llevan a cabo una labor semejante a la que desempeñó el caballo de Troya en la Ilíada, pero no los troyanos, que precisamente fueron sus víctimas (que se lo digan a Eneas, por ejemplo), ya que el animal de madera fue obra de los aqueos. 
Dice la Wikipedia, que hoy parece necesitar de nuestra ayuda (pretenden recaudar seis millones de dólares en todo el mundo, ni más ni menos), que la palabra troyano, con esta acepción, procede directamente del trojan horse inglés, 'caballo troyano' literalmente, expresión de la que por economía lingüística, supongo, o por ecología, se eliminó el caballo
Internet ha convertido a los troyanos en invasores. Cómo se nota que ni Las troyanas de Eurípides ni la Ilíada están en los primeros puestos en las listas de venta de libros...

lunes, 10 de noviembre de 2008

¡Me he convertido en un personaje de Los lunes al sol!


A veces desayuno en un bar de La Puebla de los Infantes que está junto a la Plaza de la Virgen de las Huertas. A esas horas, sobre las ocho y veinte de la mañana, suelen poblar el local cuatro o cinco parroquianos que dedican su tiempo a mirar al vacío mientras se beben un copazo de anís del Mono o de la Castellana, o un licor de guindas Miura de la vecina Cazalla de la Sierra. En la barra, los cafés corren mayor peligro de extinción que el lince ibérico.

La semana pasada pedí mi café con leche y mi tostada de rigor. A mi lado, un tipo joven que trabaja en la Caixa de enfrente comentaba que su compañero llevaba una semana sin ir al trabajo porque estaba disfrutando del nuevo permiso de paternidad.

- ¿Quince días? ¿Pero es que ha parío él? -preguntó socarronamente el camarero.

Cuatro jornaleros que desayunaban su copita de aguardiente (hay que recordar que el desayuno es la comida más importante del día) se inmiscuyeron en la conversación. Uno contó un caso de un trabajador que había tomado la baja de paternidad.

- Al volver le mandaron otra vez a su casita.

A los demás parroquianos les pareció natural la actuación de la empresa. Me pareció una postura curiosa en un pueblo en el que gobierna IU y en el que el PP apenas tiene representación, pero el voto en muchos casos no es que sea secreto, es que es inescrutable (aunque haya que escrutarlo por cojones).

- Es que ahora hay que mimar el puesto de trabajo -continuó otro.

- No, no -terció un tercero- es que tener un trabajo con sus fines de semana, sus puentes, sus vacaciones pagadas... es que no es tan sencillo.

Mordí un trozo de mi tostada aún a medias y miré con atención los rostros de todos los que me acompañaban en el bar. Si hubiera visto a un tipo gordo, con barba y un parecido razonable a Javier Bardem no hubiera dudado ni un instante de que me había convertido sin enterarme en un personaje de Los lunes al sol. Menos mal que nadie recurrió a la etimología de la palabra antípodas: anti podas, 'locon trario'. Si no, habría llegado a dudar de mi propia existencia.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El artífice en la sombra de la victoria de Obama.

Todo el mundo está hablando estos días hasta la saciedad de la victoria de Barack Obama, de sus extraordinarias cualidades para la política (esas que, dicho sea de paso, escasean en la mayoría de los políticos), de su capacidad para encauzar los deseos de cambio de su país y de gran parte del mundo en este momento de desconcierto, y sin embargo apenas se ha nombrado a una persona que ha contribuido decisivamente a este momento histórico, un hombre en la sombra sin cuya participación activa estos últimos años hoy no estaríamos hablando de que un negro llega por fin a la Casa Blanca. Sin su ineptitud, sin su estulticia, sin sus rebajas de impuestos a los más ricos, sin su propensión a explotar el miedo de sus ciudadanos, sin las guerras de Iraq y Afganistán, sin sus problemas para deglutir una galleta, sin todo usted, en suma, todo lo que estamos viviendo hoy no habría sido posible. Gracias por todo, George W. Bush.

martes, 4 de noviembre de 2008

S.O.S. ¡No encuentro mi colegio electoral!


Esta mañana me he levantado exultante, pletórico, con más ganas de votar que nunca (si es que alguna vez he sentido tal cosa). Las calles estarán engalanadas, ondearán por doquier banderas de barras y estrellas, y se oirá por todas partes el himno americano entre viandantes obesos y puestos de perritos calientes.

Cojo mi voto, lo guardo cuidadosamente en mi bolsillo y me dirijo con aplomo a mi colegio electoral de referencia, el Hotel Castillo. Allí me recibe un tipo con cara de pocos amigos que me dice que las elecciones no son en España, sino en EEUU, y que ya está harto de repetírselo a la gente. Que como siga así la cosa cierra el chiringuito y se pira con viento fresco.

Desde la alegría angelical de la mañana, mi cara va transformándose lentamente en una mueca de enfado indisimulable, de indignación generalizada contra el mundo. O sea que me he estado tragando horas y horas de campaña electoral, periódicos, revistas, televisiones, amigos, que si Obama se echaba unas risas en Illinois, o que si McCain daba un mitin en un maldito McDonalds de Ohio, y resulta que yo aquí ni pincho ni corto, que no puedo ni depositar un papel en una urna, que no puedo ni opinar. Por Dios, nos han bombardeado con más virulencia que en nuestras propias elecciones. Eso me dará derecho a algo, ¿no? Todos los presentadores de telediarios, radios, corresponsales de periódicos, etc., en Washington, programas especiales, suplementos etc., etc., ¿y nosotros no tenemos ni voz ni voto? Manda huevos. ¡Qué decepción más grande!

Después de hoy, tengo clara una cosa: a mí que no me vuelvan a llamar para votar en otras elecciones americanas. ¡Coño!

sábado, 1 de noviembre de 2008

En el día de los Santos

DEL DOCTOR JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN,
A LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO, ENCARECIENDO EL DESEO QUE TUVO DE QUE VIVIERA.
Si a darte vida mi dolor bastara,
con mi dolor de mi dolor muriera,
y porque mi dolor el mayor fuera,
géneros nuevos de sentir buscara.
Si la vida se diera o se prestara,
la mitad de mi vida te ofreciera,
o toda, porque celos no tuviera
la otra mitad que huérfana quedara.
Y si el alma pudiera en tu agonía
restituir tu vida con la suya,
abrigando en su ardor tu sangre fría,
aunque a desdén mi vida lo atribuya,
te diera liberal el alma mía
por mejorarla con hacerla tuya.