lunes, 28 de abril de 2008

Platón, el mito de la caverna y Josef Fritzl


El filósofo Platón consideraba que nuestros sentidos no eran capaces de percibir el mundo real. Los seres humanos vivíamos, pues, encerrados en el mundo sensible, lejos del mundo de las ideas, al que iban las almas cuando lograban liberarse del cuerpo. Para explicar este contrasentido, Platón escribió en La república un relato alegórico conocido como "el mito de la caverna". En una cueva viven varios prisioneros atados de pies y manos. No pueden moverse y sus ojos no ven más que las sombras que la luz de una hoguera proyecta sobre una pared de la caverna. Con gran esfuerzo, uno de los reos logra romper sus ataduras y salir al mundo real. Después de descubrir la belleza de un lugar que sólo conocía a través de sombras, el preso liberado vuelve a rescatar a sus compañeros. La caverna es en realidad una metáfora del mundo sensible y el mundo real, de ese mundo de las ideas cuya existencia quería demostrar Platón con esta historia.

Ahora sabemos que los cautivos de Platón son austríacos. Algunos nietos (y a la vez hijos) que Josef Fritzl tuvo con su hija Elisabeth han vivido en la caverna durante casi veinte años sin conocer el mundo real más que a través de una televisión que hacía las veces de la pared del antiguo mito. Hace apenas unos días fueron liberados. Cuando los presos hayan sentido en sus ojos la luz del sol, se habrán sentido como en el cielo, almas oscuras que se han encontrado de repente vagando por el Paraíso.
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jueves, 24 de abril de 2008

Sherlock Holmes (II)

Unamuno decía que, pese a lo que se pensaba, había sido don Quijote el que había creado a Cervantes y no al contrario, y con Sherlock Holmes y Arthur Conan Doyle me parece que estamos en el mismo caso. De hecho, el detective de ficción se le escapó de las manos al escritor real. Como los seis personajes de Pirandello, Sherlock Holmes pasó un tiempo en busca de su autor, que se había empeñado en hacerle desaparecer del mapa con el egoísta propósito de que su sombra cada vez mayor no acabara oscureciendo su realidad cada vez más pequeña. Unamuno pudo matar definitivamente al inolvidable Augusto Pérez de Niebla, pese a sus vanos sueños de existencia, pero el escritor británico no pudo hacer lo mismo, porque para entonces Sherlock Holmes estaba tan vivo y había alcanzado tanta fama que a Conan Doyle no le quedó otro remedio que resucitarlo a regañadientes.

lunes, 21 de abril de 2008

Sherlock Holmes (I)

Durante toda mi vida he sido un asiduo lector de novela negra. Leí en mi adolescencia Los crímenes de la calle Morgue, de Poe, y algunos años más tarde me hice con más de veinte novelas de Maigret por poco más de 2000 pesetas. Me interesaban por aquel entonces las obras de Hammet, de Chandler, de Agatha Christie..., pero hasta hace un par de semanas nunca me había acercado a la legendaria figura de Sherlock Holmes; quiero decir a la obra literaria de Conan Doyle, porque ya había visto El perro de los Baskerville y la interesante (aunque algo sobreestimada, en mi opinión) película de Billy Wilder titulada La vida secreta de Sherlock Holmes. Poco quedaría de secreto en su vida si Holmes y Watson hubieran vivido en esta época de descerebrado periodismo rosa. Pero Holmes tuvo la suerte de nacer en un momento histórico muy diferente al nuestro. La suerte o la desgracia, porque los avances actuales le hubieran permitido disponer de medios que le habrían acercado más rápidamente a la resolución de los más inescrutables enigmas.

La deuda que tantas series policíacas tienen con Conan Doyle es enorme. No obstante, siempre me ha sorprendido que la lógica empírica logre descifrar cabalmente los actos de los seres humanos, tantas veces gobernados por el azar y el absurdo.

miércoles, 9 de abril de 2008

Tercer regreso

Los desorbitados Ojos del Guadiana

Parece que el sino de este blog es aparecer y desaparecer como el Guadiana antes de que lo cegaran los pozos ilegales y tuviera que ponerse a vender cupones en cualquier esquina de La Mancha. Aunque no deje ser irónico hablar de arideces y secanías precisamente hoy, cuando el cielo está cayendo en bloque sobre nuestras desacostumbradas cabezas.
   "En abril, aguas mil". "Pero todas caben en un barril", añaden algunos. Éstas de hoy (y de ayer y de mañana) no caben en el barrilito de un san Bernardo (ni en un corral pequeño, que diría uno de mis tíos). Vendrán muy bien para el campo y para los pantanos, pero los sevillanos de feria no opinarán lo mismo. Sufrir sequía para esto. Ahora que pensaban gozar del pescadito frito y la manzanilla, de los paseos a caballo y de las sevillanas. El aroma a azahar se ha diluido bajo el espeso olor de la humedad. Ni los farolillos están para fiestas...