lunes, 19 de mayo de 2008

Los patios de Córdoba (I)


El año tiene doce meses (que se corresponden con las doce causas de Telecinco), pero los cordobeses se empeñan en apiñar todas sus fiestas, una tras otra, en el mes de mayo. En él se suceden vertiginosamente, semana tras semana, las cruces, los patios y la feria de Nuestra Señora de la Salud, y aún les queda tiempo para insertar entre medias la cata del principal vino de estas tierras, el Montilla-Moriles.

El sábado fui a Córdoba de patios, y no hacía falta ser Sherlock Holmes (¡no!, ¡otra vez Holmes, no, por favor!) para averiguar dónde se encontraban, porque venían anunciándolos hordas de ávidos visitantes apostados ante sus portales

En San Basilio, una de las zonas de patios, rejas y balcones más típicas, ríos de gente se arremolinaban, sitiaban las calles estrechas y se arracimaban en torno a las puertas. Entre la multitud se destacaban los guías turísticos, que comandaban grandes grupos con la ayuda de un paraguas tan maravilloso como el de Mary Poppins y tan embriagador como la flauta del flautista de Hamelín.

La visita a los patios es bien sencilla: uno se va apostando a las colas que se le van ofreciendo (aunque con Diego y su sillita, Adela y yo no teníamos otro remedio que irnos turnando) y entra por el zaguán que desemboca en el patio propiamente dicho. Después, describe un círculo o un rectángulo perfecto y se vuelve con viento fresco por la misma entrada aunque por el lado opuesto, en un movimiento contrario al de las agujas del reloj.

El personal suele ir bien pertrechado de cámaras de fotos y de vídeo, y dedica los minutos que disfruta en el interior del patio a fotografiarlo compulsivamente mientras otros escudriñan con interés el pozo que adorna muchas de estas corralas con tanto apasionamiento que a veces entran ganas de decirle a alguno lo del chiste: "Sí, señor, sí. Ha acertado usted: esto es un pozo".

Por lo demás, los patios suelen estar repletos de flores, que destacan en sus macetas sobre el blanco encalado de las paredes, y desprenden el encanto que provoca el retorno a un tiempo que en muchos otros lugares está ya muerto y enterrado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Una imagen típica y bonita de la sin par Córdoba. un abrazo.

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Sácale a Diego una foto en un patio.
Besos,
Diego

Merche Pallarés dijo...

¡Ay, los patios de Córdoba! Preciosos; en la ONET de Canada los enchufábamos a mansalva. Teníamos unos folletos solamente dedicados a ellos. Los has descrito muy bien, veo los colores, huelo las flores y... veo a los turistas y sus guías con los paragüas... Besotes, M.

Unknown dijo...

Qué maravilla.Las fotos son espectaculares,pero seguro que nada que ver con el mundo real...aún superior.Esos colores,esos aromas,esa armonía estética...qué lujazo!!!!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Me alegro de que los conozcas...es algo muy andaluz..en Sanlúcar como esos tenemos bastantes, pero durante todo el año. Un saludo