martes, 14 de agosto de 2007

En busca del cuyo perdido

Todos sabemos a estas alturas que el diccionario y la gramática de una lengua son seres que sufren un maltrato continuo y deshonroso; y todos sabemos también que muchas de las vejaciones y tropelías de que son objeto proceden de un gremio multiforme y heterogéneo, de un gremio con carrera, no faltaba más, cuyo principal instrumento es precisamente el objeto de su saña. Los periodistas (¿o mejor licenciados en ciencias de la información?), con las excepciones que se quiera, adolecen de desidia en el aprendizaje de las normas idiomáticas, algo que no se ha corregido con la edición de libros de estilo, porque, para que funcionen, alguien tiene que leérselos.
Hay cientos de errores, pero me interesa detenerme, no en un error en sí, sino en un olvido, en un destierro. Los periodistas han condenado al ostracismo (como dirían ellos mismos) a la palabra cuyo, el determinante relativo que no es que nos alegrara la vida, pero cumplía una función dignísima. Y lo peor de todo es que la frase sustitutiva resulta un circunloquio insoportable. De "Los dos hombres, cuya nacionalidad se desconoce, han sido trasladados a un centro de acogida" a "Los dos hombres, de los que se desconoce la nacionalidad..." hay un gran trecho.
Hagamos propósito de enmienda, pidamos perdón a cuyo y levantemos el destierro a un relativo que tiene tanto derecho a subsistir como sus congéneres. He dicho.