viernes, 10 de agosto de 2007

Hasta las señales mienten

Greg House, el insolente médico de la serie norteamericana encarnado por Hugh Laurie, reitera constantemente que todos los seres humanos mentimos. Aprendí en lingüística general de primero de carrera que el hombre es la única especie capaz de prevaricar. A una abeja nunca se le ocurriría engañar a sus congéneres para quedarse con todo el polen; a la gran mayoría de los seres humanos (no todos somos iguales), sí.
Lo que jamás se me hubiera ocurrido es que las señales de tráfico también mintieran. Para información de Pere Navarro, debo decir que las señales de tráfico me han engañado varias veces. La primera fue en la A 92. Las señales me indicaban que fuera hacia Córdoba por Antequera cuando estaba al lado de Écija. Como pensé que la DGT o la Consejería o el Ministerio (¿quién se encarga de las señales?) no tenía motivos para engañarme, seguí confiadamente las indicaciones hasta que, desesperado, a la altura de Estepa, me di la vuelta.
Este jueves volvió a ocurrir: en la A3 una señal informaba de que en la salida se hallaba un área de servicio. Y, o mis ojos se encuentran en lamentable estado, o allí no había nada. Ni gasolinera, ni bar... Un hotel en ruina. La salida me llevó en dirección a Minglanilla. Allí, tomando un café con leche en una cafetería (ni rastro de gasolinera), pensé que Pere Navarro y su gente me debían una.

2 comentarios:

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Pere Navarro ya tiene bastante con ponerse sus gafas naranjas todos los días, no pueden pedirse "peres" al olmo.
Un beso.
Álvaro.

Diego Fernández Magdaleno dijo...

No puede fiarse uno de nadie.
Besos,
Diego