jueves, 25 de octubre de 2007

Matas un gato y te llaman mataperros, o viceversa.


Todos sabemos que un idioma no se habla de la misma forma en todos los lugares en los que se usa. Así aparecen las variedades dialectales. El nivel léxico-semántico (el vocabulario, por resumirlo salvajemente) es el más propenso a sufrir cambios. Algunos son muy poco significativos, pero fueron esos precisamente los que más llamaron mi atención cuando vine a vivir a Andalucía. Por ejemplo, Moisés, un compañero del instituto Medina Azahara de Córdoba, me dijo delante de un café quemado al estilo cordobés: "Matas un gato y te llaman matagatos". Yo, que en Rioseco, Valladolid y demás Castillas y Leones había escuchado siempre "Matas un perro y te llaman mataperros" (el de la foto está a prueba de canófobos), me quedé extrañadísimo y con la sensación de que Moisés había cambiado la frase para tomarme el pelo.
Otra expresión que parece querer llevar la contraria (de unos a otros o de otros a unos) es la de hijo/hija o padre/madre. En muchas partes de España se utiliza el hijo/hija como vocativo para nombrar a una persona cuyo nombre se desconoce o no se quiere decir por las razones que sea. Lo dicen mucho los dependientes de Zara, El Corte Inglés y compañía: "Toma, hijo, la camiseta". Pero en algunos lugares de Andalucía (desde luego Córdoba, Sevilla...) la frase sería: "Toma, padre, la camiseta".

El 29 de junio de hace dos años recibí una llamada telefónica. Por el móvil escuché una voz lejanamente familiar: "Felicidades, padre". Como mi cumpleaños es en noviembre y yo no tenía hijos, le dije que se había equivocado. Mi sorpresa fue enorme cuando me respondió: "¿No eres Pablo?" No había ningún error. Resultó ser el entrañable cura con el que había compartido tres años de guardia de recreo, amén (nunca mejor dicho) de otros muchos momentos y risas en el instituto de La Puebla de los Infantes. Y resultó que el día en cuestión era San Pedro y San Pablo, y, por tanto, mi santo, motivo de felicitación corriente por estos lares. Y resultó, finalmente, que su padre era mi hijo. Y que desde entonces espero con fervor que se me aparezca el Espíritu Santo en forma de paloma. O algo parecido.

3 comentarios:

nerea dijo...

Hola!

A mi me choca mucho como en una ciudad se dice algo de una manera y en otra se dice de otra forma. Ejemplo: En una boda de una prima, en Pamplona, en un bar me pedi un carajillo de Bailys. Y bueno todos, incluyendo la camarera, me miraron algo mal porque se supone que eso lo piden sólo los abuelos que juegan al mus... Sin embargo en Zaragoza es muy habitual...

Besicos!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

La frase del gato la escucho por estos lares desde que tengo uso de razón , y lo de "hijo" es una muletilla cariñosa que se usa en esta tierra (en el caso que comentas si te dijeran padre te estarían llamando "carcamal")...es la riqueza del habla andaluza...es lo dificil entenderla en algunas ocasiones...yo que soy de la provincia más andaluza de Castilla y más castellana de Andalucía y con 17 años de domiciliación en Cádizm me cuesta entender a veces ciertos formulismos... Un saludo Pablo...

Álvaro dijo...

Como sigas así, creo que pronto me voy a enganchar a este blog...

Por lo pronto, te linqueo...

Un saludo