La Fortuna traidora me ha deparado una desagradable sorpresa precisamente hoy, que por la mañana había cerrado triunfalmente mi legislatura en el consejo escolar de mi instituto. Pero la Fortuna, como la luna, es voluble, a veces, en extremo: a las 12:00 estaba situado en la parte alta de su rueda indomeñable, donde viven los triunfadores, los ricos, los poderosos y los vividores al estilo de Marc Ostarcevic, mientras que a las 17:00 me rodeaban perdedores, villanos y desgraciados del más vario pelaje. Saludé a don Álvaro de Luna, cabeza del Reino que le cortó la suya en Valladolid sin temblores absurdos, y me dirigí adonde el azar, la suerte, el insustancial laberinto de la Providencia me habían conducido: a formar parte de la mesa electoral para nombrar a los representantes de los alumnos en el consejo escolar de la escuela oficial de idiomas de Palma del Río. La tarde se presentaba, pues, triste, fría y lóbrega, sobre todo lóbrega, como diría mi padre.
La mesa estaba colocada en el pasillo, enfrente de la puerta de entrada, lugar estratégico para que ningún alumno pudiese ignorar nuestra presencia y para que el aire frío que ya va aposentándose por estos lares rebozase nuestros cuerpos de un material semejante a la escarcha gaseosa. Tan aburridos eran los comicios (el acto electoral) que se había aderezado con la votación de unas postales navideñas que competían por un concurso organizado por la escuela, lo cual aportó un relativo entretenimiento a lo que no podía dejar de ser un insoportable y soporífero enclaustramiento forzoso. De las cuatro tarjetas seleccionadas por las altas instancias, sólo una destacaba con cierto encanto: un árbol de navidad compuesto de manos de diferentes tamaños y colores, reunidas con cierta armonía y gracia. Las demás pecaban de puerilidad o recordaban excesivamente dibujos navideños que se pueden imprimir directamente desde internet incurriendo, eso sí, en un detalle significativo: el plagio.
Salí del instituto/escuela oficial de idiomas de Palma a las nueve de la noche, doce horas y media después de haber entrado en el mío. La victoria final se había dirimido en el último momento y por escasos votos. La traidora y contumaz Fortuna, cuyos desvaríos han cantado tantos poetas en tantos siglos, aumentaba su inabarcable leyenda y dejaba en mi cuerpo marcas profundas e indelebles: la resaca habitual tras la ingestión de una tediosa gragea de la vida eterna.
6 comentarios:
No te pongas pesimista... apareciste del revés, solo eso.
Ya sabes como va la vida y las leyendas... pero sin azar y sin vueltas puede ser muy aburrido.
Besos y lo del plagio tranquilo, ¿No dicen que hay mundos gemelos?, pos a ver si va a ser Eso.
Dura vida la del docente. Por cierto, para frío vente por Burgos un ratillo.
Oye, que te ha dado para escribir un post.
Eso de enseñar era vocacional ¿no?. Nadie te había hablado de la burocracia, los claustros, los consejos de centro, las reuniones, los papeles que van y vienen de y desde el ministerio o consejería del ramo y todas esas cosas que amenizan la docencia atacando desde todos los frentes.
No soy profesor ni maestro, pero recibe un solidario abrazo.
Bueno... segurisimo que hubo algo en ese día que estuvo bien... la postal de las manos enlazadas debio ser bonita ¿no?, sobre todo su significado.
Besicos!
Un post brillante de los pies a la cabeza.Un desenlace no tan esperanzador.
Son divertidos eso comicios escolares...dicen que son el reflejo de las elecciones mundanas...a todo esto a cuanto ascendió la participación....
Que me vas a contar de las tarjetitas navideñas...de los alumnos....me revientan las del gordo vestido de rojo...
Saludos (disfruta la vida mietras puedas...que luego les toca disfrutarla a esos mosntruitos bajitos...de esos que tu estás a punto de traer a la vida...bueno tu compañera....enhorabuena)
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