Nicolas Sarkozy estará volando en estos momentos hacia París. Antes, ha dejado en Madrid a las cuatro azafatas que han salido del infierno en el que se ha convertido un rutinario día de trabajo en una profesión sin apenas peligros. Un viaje al Chad para cumplir con una misión humanitaria se ha convertido posiblemente en la peor experiencia de sus vidas. Para el piloto, el copiloto y un ayudante de vuelo, la pesadilla aún no ha concluido. Retenidos en el Chad, se enfrentan a penas que podrían llegar a los veinte años de trabajos forzados por una terrible veleidad del destino.
En la literatura y en la vida real hay casos semejantes de personas que viven una existencia feliz hasta que de repente y sin explicaciones se ven envueltas en unos acontecimientos que les son ajenos, pero que por alguna causa marcan, cuando no destrozan, sus vidas. Estoy recordando ahora a Cary Grant en la magistral película de Alfred Hitchcock Con la muerte en los talones (cuyo título original es el incomprensible North by Northwest). Cary Grant (más popularmente Gary Grant) encarna a un ejecutivo que por una curiosa confusión es tomado por un agente imaginario que sigue los pasos de una peligrosa organización criminal. Dicha organización no tardará, por supuesto, en intentar acabar con su vida. A otros personajes de ficción les ocurre lo mismo, como a los personajes principales de La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe. Sus protagonistas ven truncada la vida fácil de ricos a la que están acostumbrados simplemente por equivocarse en la salida de una autopista americana e ir a parar a uno de los peores barrios de la ciudad.
Pero los golpes fatales del destino (o la fuerza del sino que tanto persiguió al pobre don Álvaro del Duque de Rivas) afectan a los hombres de carne y hueso de la misma manera que a los seres imaginarios. El brasileño Jean Charles de Menezes iba tranquilamente en el metro en un día tan normal para él como otro cualquiera cuando recibió varios disparos de la policía por parecerse (o parecerles a los agentes que se parecía) a un buscadísimo y peligrosísimo terrorista islámico. Muchos viajeros ingenuos han sido encarcelados en lo que habrían de ser unas inolvidables vacaciones por aceptar facturar taimadas maletas ajenas repletas de estupefacientes o, simplemente, porque alguien introdujo con disimulo drogas en su equipaje. Me viene a la memoria la gallega de Cancún, famosa posteriormente por otras razones.
Lo que está padeciendo la tripulación española del Girjet, liberada a medias, obedece a una jugarreta del azar, a las asechanzas, siempre malévolas, jamás ingenuas, de una providencia que juega con unos seres humanos que viven como si fueran inmunes a estas desagradables vueltas de la fortuna (el Laberinto de fortuna), como si el decurso rutinario de su experiencia vital fuera inabarcable, no tuviera fin.
4 comentarios:
El ser humano está lleno de azar y errores. Algunos nunca salen de ellos y pagan con su vida, otros con una experiencia desagradable. La inestabilidad de la vida, lo tenue de la línea que separa la oportunidad o inoportunidad de estar en un sitio nos hace más humanos. Uno va creyendo en los hilos de las Parcas y su capricho...
Vivieron una pesadilla prestada... pero todo finalizó bien, al menos.
Cuantas veces pasa que la rutina se transforma en tragedia de un momento a otro?
Saludos Pablo, buen comienzo de semana.
Yo siempre he tenido algo de miedo a todo eso. Por ejemplo, al leer que hubo una confusión y un hombre fue detenido por narcotraficante, violador, etcétera. Y tras once años en la cárcel, se descubre que él sólo pasaba por allí...
Besos,
Diego
Es brutal.
Un beso,
Álvaro
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