martes, 11 de septiembre de 2007

Logroño


Estamos tan acostumbrados a ver los atentados terroristas en los telediarios, en la prensa, que me resulta extrañísimo haber estado a menos de cien metros de un coche-bomba. Fue este domingo, en Logroño, mientras Adela y yo tomábamos unos vinos (Adela, unas botellitas de agua) y unas tapas entre la calle San Agustín y la calle Laurel, un hormiguero bullicioso en el que toda la ciudad se junta para degustar las delicias de la tierra, que son muchas, aunque la más celebrada sea el vino. Entramos en un bar nuevo que sirve pequeños y exquisitos bocadillos de huevos rotos con patatas acompañados por casi cualquier cosa, y acabamos en el Pata Negra tomando un completo (jamón serrano, tomate y queso), fijo de plantilla en mis incursiones logroñesas. Sobre las once, más o menos a la hora en la que un hombre que decía hablar en nombre de ETA llamó al Gara, Adela y yo entrábamos ya en el Carlton, un precioso hotel con dos pianos antiguos y una terraza con magníficas vistas sobre ese bosque de farolas papirofléxicas que es la nueva Gran Vía.

Afortunadamente, la bomba falló. Los terroristas son cada día más torpes y conocen menos su degradante trabajo. Por nuestro bien espero que su productividad no alcance grandes cotas, y seguramente sea así, porque les falla la formación. Me los imagino fabricando la bomba y me viene directamente al cerebro el matrimonio mayor del anuncio de Telefónica que pretende armar un mueble de Ikea sin el menor éxito:
Instrucciones:
- Coloque en la olla Ozaiorak los explosivos Etxurdin.
- Inserte el cable Iskorako en el detonador Patxaranoak, etc., etc.

Esas instrucciones son demasiado difíciles para los terroristas, víctimas de un sistema educativo (el del PNV y EA) cuyos libros de historia deberían advertir al comienzo, como algunas películas, de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Aunque, ahora que lo pienso, quizá los esté juzgando con demasiada dureza. Tal vez lo único que pretendían (angelitos...) era celebrar con fuegos artificiales que Adela iba a realizar al día siguiente su último examen de Musicología. Un detallazo.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La fabricación de la Historia provoca, por acción o reacción, cerebros estúpidos. Cualquier nacionalismo, sea cual sea la dimensión de la colectividad para la que se construye, es la reducción del ser humano a la política de campanario y pedrea. El amor a lo propio no debe nublar la mirada.
Oportuna entrada, Pablo.

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Me ha dejao acojonao la noticia que has enlazado de la china. Menos mal que no pasó nada en Logroño.
Un beso desde la muy noble y muy leal Ciudad de los Almirantes de Castilla, chamaco.

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

La noticia de la china es espectacular, chaval. Un abrazo desde Palm of de River

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Esi si que son unas fotos artísticas, tendras que donarlas a Trujillo y a Rioseco.
Un beso.
Álvaro