Cuando Schubert decidió poner música al poema "Der Atlas" de Heine, tuvo que modificar algunas cosas, como, por ejemplo, adaptarlo a la llamada forma ternaria lied: A-B-A'. La parte A es diferente de la intermedia y, tras ésta, se repite la primera, por lo general con alguna variación. Si nos fijamos en el poema de Heine, vemos que las dos estrofas expresan sentimientos contrarios: la primera, el triste presente del castigado Atlas; la segunda, sus deseos de felicidad o de desdicha que le han conducido a ese presente. Al igual que Heine, Schubert dota de diferente carácter a las partes A y B y, como colofón, en la parte A' repite los dos primeros versos de la primera estrofa, con lo que remata la identidad, el ser que es el Atlas condenado.
Para expresar el dolor extremado del gigantesco titán, Schubert se sirve de un trémolo en la mano izquierda del piano y de una melodía que, sobre todo en el piano, llega a unas tesituras muy graves. Los intervalos de 6ª y 5ª disminuida, poco habituales, expresan con indudable maestría el desgarro que sufre el protagonista del poema.
La melodía brutal remachada con el continuo trémolo contrasta con los tresillos rítmicos y la melodía más lírica y más cantabile de B, especialmente cuando dice "o infinitamente desgraciado", que se repite, con gran dolor, pero no con un dolor salvaje de titán, sino con la sensibilidad del recuerdo de los tiempos de esperanzas.
Schubert utiliza el último verso del poema de Heine para enlazar B con A': "y ahora eres desdichado" expresa el desesperanzado presente del titán, como A y A'. Por eso la frase musical avanza con un crescendo hasta los trémolos que aparecen en el desgraciado y no desaparecerán hasta el final de la obra.
Schubert consigue crear musicalmente la misma atmósfera que Heine con su poesía. La música se mueve con los matices del texto, magníficamente recreado, y transmite al receptor el ambiente opresivo, la violencia desesperada y al mismo tiempo la sensibilidad de un ser que buscó ser totalmente feliz sin importarle que la búsqueda de la felicidad absoluta podría acarrearle la desgracia eterna. Una obra maestra.