martes, 10 de junio de 2008

Crónica de una huelga (I)

Camioneros españoles protestando por el precio del gasoil (www.laopiniondemalaga.es)



Ayer fue el día de la verdad, el Día D y la Hora H. Mucha gente se ha tomado la huelga de transportes como el desembarco de Normandía, es decir, como una guerra, o como la amenaza de un huracán en la costa este de Florida. La consigna ha sido, por tanto, aprovisionarse, acaparar, y las gasolineras y los supermercados se han convertido en las primeras "víctimas" de las masas. En Palma del Río, el viernes había ya escasez de combustible, especialmente de gasoil o diesel, y el sábado se oía por ahí que algunos conductores se habían visto obligados a ir a Écija u otros lugares próximos en busca del oro negro, estos días más valioso que nunca, como los buscadores de oro en el oeste de los Estados Unidos.

Yo estaba un poco ajeno a la problemática reinante, pero, al salir a la calle, Adela y yo nos dimos cuenta de que era el principal tema de conversación en todas partes y que el acaparamiento de productos había comenzado antes incluso que la propia huelga, que comenzaba ayer. La gente compraba sin complejos en los supermercados y se la veía más tarde por la calle acarreando pesadas bolsas del Mercadona o del Día. En el Mercadona la situación anómala saltaba a la vista. Mucha gente aprovecha el sábado para hacer la compra semanal, pero lo de éste se salía de madre. No es sólo que todas las cajas registraran una larga cola; es que además las colas estaban formadas en su mayoría por carros repletos.
Había más mercancía en circulación que en Mercamadrid y hasta el más torpe analista de Bolsa habría comprendido que aquella era una sesión volátil. A medida que los carros se llenaban, en las estanterías se iban abriendo grandes claros, como en el Amazonas, así que todo apuntaba a que se iba a pasar la tarde de turbio en turbio. Para pintar más el cuadro, sólo faltaba que a la entrada del Mercadona hubieran puesto un empleado vendiendo kits de supervivencia para situaciones de emergencia.
La voz había corrido tanto que cuando salimos del Mercadona, pertrechados con alguna que otra bolsa (aunque llevábamos bastantes menos bolsas que la media ¿es que íbamos a ser menos que los demás?), oímos unas palabras de un señor mayor, tirando a viejo, dirigidas a nosotros: "Ahí, ahí, con las bolsas, por si no llegan los camiones".

"Este tío nos ha calado". Esa fue la única respuesta que se me ocurrió en ese momento.

sábado, 7 de junio de 2008

De August Berns y de otros saqueadores


Ayer hablaba de la apropiación indebida de estrenos absolutos de que se quejaba mi hermano Diego, la víctima de la estafa, en su blog, y hoy publica El País una noticia que viene que ni pintada para el caso.

Informa El País de que un tal August Berns, alemán por más señas, saqueó la ciudadela del Machu Picchu, en Perú, algunas décadas antes de que llegara a ella su supuesto descubridor, el estadouniudense Hiram Bingham. La noticia se basa en una investigación de otro norteamericano, Paolo Greer, pero algo más abajo, en una parte con fondo azulado, una historiadora peruana afirma haber publicado un libro hace cinco años en el que aparecía la misma información sobre Augusto Berns que da Greer, al que, según la versión de Mariana Mould de Pease, peruana pese a sus apellidos, proporcionó algunos mapas en los que se basa el hallazgo. Mould de Pease, que se queja de la falta de difusión de su trabajo por ser peruana, algo que ocurre con mucha frecuencia con los españoles en nuestro país, acusa a Greer de sufrir el "síndrome del descubridor", enfermedad que ignoraba y que no hace sino corroborar la actualidad de la entrada que escribí hace unos meses sobre el síndrome del siglo XXI, que no es otro que el de sufrir los más variados síndromes. No obstante, en este caso, la acuñación del síndrome se justifica sobradamente por la frecuencia con la que se produce, en especial en ciertos ámbitos como el artístico (los segundos estrenos de obras para piano de Tomás Marco y otros) y en sectores como el de la investigación, al que pertenece Paolo Greer.

¿Qué hubiera sido de Colón si no hubiera logrado el Descubrimiento por antonomasia de la historia universal? Lo mismo ocurre con el resto de los seres humanos que justifican su valía profesional encontrando cosas nuevas. El problema comienza cuando a algunos no les importa tomar hallazgos de los demás y apropiarse de ellos.
Lo peor de todo (para Mould de Pease) es que el periodista que ha escrito la noticia, contando al menos con la duda de que el dato principal de la investigación pudiera haber sido tomado de un trabajo anterior, subtitule el artículo así: "El buscador de oro alemán Augusto Berns localizó el yacimiento en 1867, adelantándose a la llegada del estadounidense Hiram Bingham en 1911, según una investigación reciente." ¿Eso qué es? ¿Humor inteligente?

viernes, 6 de junio de 2008

Estrenos estrenados


El Parador de Ávila es un palacio del siglo XVI (el Palacio de Piedras Albas) que hace medianería con la universal muralla que defendía a la ciudad de sus enemigos. Desde fuera parece un castillo de juguete. Adela y yo pasamos unos días este verano en Ávila, en el Parador. Cuando pedimos la cuenta, observé un extraño apartado entre los conceptos que se detallaban en la factura. No era mucho dinero, unos dos euros, pero me dio por preguntarle al recepcionista de dónde procedía ese gasto. El hombre, un señor mayor de pelo cano y adusto gesto que llevaba impecable su traje-uniforme, miró la cuenta y me dijo que ese cargo era de la cafetería del hotel. Difícilmente podía ser un cargo mío, dado que no habíamos tomado nada en el bar, pero no dije nada mientras el recepcionista rebuscaba entre un montón de papeles y sacaba los referidos a nuestra habitación.
- ¿Ve? Aquí lo tiene. Ha tomado usted una tónica.
- No he tomado una tónica en mi vida - le dije, salvo mezclada con ginebra, debí haber añadido en honor a la verdad, pero no agregué nada.
El recepcionista me enseñó el cargo firmado por el cliente, que en principio debíamos ser Adela o yo. La firma se parecía a las nuestras igual que un camaleón a Winnie the Pooh, así que el hombre procedió cortésmente a modificar la factura.
- Se habrá equivocado de habitación -dije yo por dar conversación más que por un interés especial en hablar del asunto.
El recepcionista del Parador se dio la vuelta con rostro serio y un gesto de asombro ante mi ingenuidad. Negó con la cabeza.
- ¿Lo hacen adrede?
- Se sorprendería usted -me trataba de usted aunque me sacaba unos treinta años- de lo que hace la gente.
Mi hermano Diego ha descubierto (y ya van varias veces) que en la programación de algún festival de música comtemporánea figuran como estrenos absolutos obras que él ha estrenado previamente o que va a estrenar antes de la fecha del festival.
- Se habrán equivocado de obra.
Pero después me vienen a la mente las palabras del recepcionista de Ávila:
- Se sorprendería usted de lo que hace la gente.

lunes, 2 de junio de 2008

Ibéricas críticas innecesarias

Dedica José María Vaz de Soto su artículo del sábado en la edición andaluza de El Mundo a un asunto que desde su punto de vista no debe de ser baladí: criticar a una meteoróloga (o presentadora de El tiempo, quizá) por decir "península ibérica" donde debiera decir, según Vaz de Soto, claro, "península" a secas, por estar el adjetivo "ibérica" sobreentendido. Ustedes valorarán en su justa medida la pertinencia o no del tema para un artículo de opinión, teniendo en cuenta, eso sí, que decir península ibérica, aunque sea redundante en el contexto, no puede considerarse un error, sino, como mucho y exagerando, exceso de celo.

Me he interesado por la biografía de Vaz de Soto, que mi supina ignorancia desconocía, y leo en alguna página web, más o menos fiable, que estudió en la universidad Filosofía y Letras, aunque no especifica qué especialidad, y leo también que ha escrito a lo largo de su vida varios libros dedicados a la lingüística, a la dialectología, como Defensa de la lengua andaluza (1981) y El habla en la tierra de Aliste (1967).

Precisamente por eso me choca que Vaz de Soto, cuyo bagaje es indiscutible, cometa un error de bulto en el mismo artículo en el que pone a caldo a una presentadora de televisión por ser "pesada": considerar que "ibérica" en "península ibérica" es un adjetivo determinativo. Por resumir, diré que son adjetivos determinativos los que conocemos comúnmente como determinantes, palabras que sirven para actualizar y concretar al sustantivo al que preceden. Por eso algunos lingüistas los denominan actualizadores: artículos, posesivos, demostrativos... Si nosotros decimos "parque", aludimos genéricamente a todos los parques (y a ninguno), pero si decimos "el parque" o "este parque" o "tu parque", nos estamos refiriendo a un parque concreto. Ese es el trabajo que realizan los adjetivos determinativos, y no es equivalente al que efectúa el adjetivo "ibérica".

En realidad, "ibérica" es un adjetivo calificativo, como "amarillo", "alto", etc., y lo es porque remite a una cualidad del sustantivo del que depende. Confundir un adjetivo calificativo con uno determinativo sí es un error grave y no decir península ibérica en vez de península a secas por mucho que no lo exija el contexto.

Cuando alguien se pone a censurar supuestos fallos lingüísticos, y más cuando se hace sin el más mínimo sentido del humor, ha de tener especial cuidado de no incurrir en ningún error, porque puede acabar convertido en el cazador cazado. Claro, que a Vaz de Soto siempre le quedará la enseñanza que la malevolente sabiduría popular ha venido atribuyendo principalmente a los curas: "Haz lo que yo diga y no lo que yo haga".