Hay palabras que se han ido disolviendo en el pasado como una pizca de sal en pleno océano, vocablos sin suerte que perdieron el favor de los seres humanos que los pronunciaban y les hacían cosquillear en forma de ondas mientras se adentraban como la nave Argos en el oído de sus interlocutores. Después, los hablantes que habían confiado en ellas las abandonaron y ahora se agarran sin esperanza a los restos del naufragio, a una débil tabla a la deriva, para no hundirse definitivamente.
Se me vienen a la mente las palabras Gerona y Lérida, tan campantes ellas, tan felices, ignorantes hasta el último momento de que iban a ser desterradas de los mapas a golpe de decreto. Un día lejano, de hace diez o quince años, anunciaron en el telediario algo así como que estábamos equivocados, que nos habíamos pasado la vida hablando de Gerona y de Lérida cuando lo que teníamos que decir era Girona y Lleida, y algo más tarde nos enteramos también de que había que decir A Coruña y Ourense, y no las falaces y mentirosas denominaciones de La Coruña y Orense, invenciones quijotescas de un mundo ya caduco.
Yo echo mucho de menos a Gerona y a Lérida, a La Coruña y a Orense, que existen tanto como Teruel y Soria, y siempre he advertido a mis alumnos de cómo las llamábamos en la Antigüedad, porque ningún mapa recoge hoy su nombre en castellano. "En mi época decíamos...", y al acabar la frase con ojos lánguidos y arrobado gesto no puedo dejar de sentirme como el abuelo Cebolleta contando batallitas inventadas a los nietos.
4 comentarios:
La semana pasada unos catetos de mi trabajo trataban ese tema y asimilaban legalidad con lengua. Una vez anduve leyendo un reportaje en un diario catalán muy mal escrito que se refería a un sitio que llamaba Beijing. Joer, qué tíos, ¡hasta que caí que, efectivamente era un periódico de Cataluña muy mal escrito!
Pero nadie va a London, sino a Londres, ¿no?
Yo sigo empleando Gerona, Lérida... cuando hablo en castellano. Cuando hablo en catalán -en la intimidad, claro- digo Girona, Lleida...
Besos,
Diego
Estoy de acuerdo, querido Pablo. Cuando hablo en castellano, llamo a las ciudades por su nombre castellano. Por ejemplo, me gusta más San Sebastian que Donostia, Fuenterrabia que Ondarribia. Menos mal que Irún es Irún... Besotes, M.
No es sino la complacencia a los nacionalistas... lo justo es que cada uno llame a los lugares según su lengua... salud
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