Pocos confiaban en el triunfo de Carlos Sastre en el Tour de Francia de este año, y yo no era una excepción, aunque el mismo corredor dijera al comienzo de la carrera que se había preparado para la victoria como nunca. Y no es que subestimara a Sastre, que me parecía un fantástico ciclista, recio en la montaña y pasable en la contrarreloj, sino que siempre lo he visto resistiendo más que atacando, y eso no es excesivamente bueno para un corredor cuya virtud reside principalmente en las etapas de montaña.
Contra los pronósticos generales, Sastre ha ganado el Tour a lo grande, atacando desde abajo en Alpe D'Huez y dejando a los mediocres favoritos para el triunfo final peleándose para no pelear, escondiéndose para no cargar con el peso de la ascensión, que no es otro que el peso de la gloria, como bien sabe Sastre. Cadel Evans, el eterno segundón exento de modales y sobrado de soberbia, se permitió el lujo de decir que había sido el único que había tirado de los favoritos cuando los que seguimos la etapa le vimos arrastrarse chupando rueda a cada tibio ataque que lanzaba cualquier integrante del llamado grupo de los favoritos. Sólo se puso a tirar cuando quedaban 3 kms. de puerto, es decir, cuando la meta estaba cerca y Sastre cada vez más lejos. En vez de felicitar al brillante vencedor de la etapa, que, como dijo Javier Ares, demostró que al menos no todos eran mediocres en el pelotón, Cadel Evans se revolvió con su orgullo innato y afirmó con el desprecio de quien se cree por encima del bien y del mal que el sábado, es decir, en la contrarreloj, le iba a arrebatar el amarillo. Así, con dos cojones. Por eso me ha alegrado doblemente la victoria de Sastre, porque es la victoria de un hombre bueno, humilde, que ha dado los mejores años de su vida como gregario de corredores inferiores a él, o a los que se ha llevado por delante la lucha contra el dopaje.
Por ello, mi más sincera enhorabuena a Carlos Sastre. Felicidades.
Contra los pronósticos generales, Sastre ha ganado el Tour a lo grande, atacando desde abajo en Alpe D'Huez y dejando a los mediocres favoritos para el triunfo final peleándose para no pelear, escondiéndose para no cargar con el peso de la ascensión, que no es otro que el peso de la gloria, como bien sabe Sastre. Cadel Evans, el eterno segundón exento de modales y sobrado de soberbia, se permitió el lujo de decir que había sido el único que había tirado de los favoritos cuando los que seguimos la etapa le vimos arrastrarse chupando rueda a cada tibio ataque que lanzaba cualquier integrante del llamado grupo de los favoritos. Sólo se puso a tirar cuando quedaban 3 kms. de puerto, es decir, cuando la meta estaba cerca y Sastre cada vez más lejos. En vez de felicitar al brillante vencedor de la etapa, que, como dijo Javier Ares, demostró que al menos no todos eran mediocres en el pelotón, Cadel Evans se revolvió con su orgullo innato y afirmó con el desprecio de quien se cree por encima del bien y del mal que el sábado, es decir, en la contrarreloj, le iba a arrebatar el amarillo. Así, con dos cojones. Por eso me ha alegrado doblemente la victoria de Sastre, porque es la victoria de un hombre bueno, humilde, que ha dado los mejores años de su vida como gregario de corredores inferiores a él, o a los que se ha llevado por delante la lucha contra el dopaje.
Por ello, mi más sincera enhorabuena a Carlos Sastre. Felicidades.
5 comentarios:
También me alegro de su victoria.
Besos,
Diego
Ya veo que el agujero negro no te ha engullido... No he seguido el Tour y no tenía ni idea de quien era Carlos Sastre pero gracias a tu post, me he enterado. Me alegro de que haya ganado un hombre bueno y cabal. Besotes, M.
Bien por Carlos...me devolvió las ganas por ésto de las dos ruedas ...en una calurosoa tarde en Tucci...como disfruté...al Evans que le den...bueno ...le dieron...un abrazo
¡¡¡¡VIVA CARLOS SASTRE!!!!
Me gusta Carlos Sastre: es la victoria del secundario excelente. Se lo merecía en medio de tantas cosas raras que pasan en este deporte.
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