jueves, 26 de marzo de 2009

Y no hallé cosa en que poner los ojos...

Hace unos días, mi hermano Diego colgó en su blog una viñeta de El Roto titulada Oficina de empleo en la que aparecía el marco de una puerta por la que pasaban casi en círculo una multitud de personas grises, tristes, sin esperanza, condenadas a atravesar una y otra vez por el maldito marco de la oficina. La sensación de destino inalterable me recordó los castigos envenenados de la mitología griega, pero además me trajo a la mente una imagen no mitológica, sino real. La vi saliendo de Úbeda el lunes posterior al día de Andalucía frente a la tosca plaza de toros ubetense, que, pese a estar construida en el siglo XIX, más bien parece un castro prerromano. Justo en la otra acera se concentraban más de cien personas. Observé el gentío y pude ver que se dirigía hacia una oficina de empleo.
Me restalló Quevedo en la cabeza: "Y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la"... crisis.

martes, 24 de marzo de 2009

Despertar del vudú

Dice mi querida Merche Pallarés, no sin una sorna monumental, que mi próxima entrada será en el segundo o tercer cumpleaños de mi hijo, Diego, y al paso que iba la burra, más había en ello de verdad de lo que me imaginaba cuando leí su comentario. Escribí mi última entrada el 3 de diciembre, justo después de las sesiones de evaluación del trimestre pasado, y escribo ésta cuando ha transcurrido ya una semana de las de este trimestre. Como bien dice la palabra, han pasado tres meses y, aunque este blog (como, dicho sea de paso, La lúgubre góndola) es bastante propenso al Guadianismo (por decirlo así), o a los agujeros negros, ninguna interrupción es comparable a esta última. Parece como si a este blog le hiciera vudú (o vodú, que decía mi admirado profesor de la facultad Ricardo de la Fuente) algún chamán prehistórico para volverlo por un tiempo a estado latente, como un vulgar murciélago. Así que este blog ha hibernado los tres meses de invierno. Y despierta de su letargo, como el oso Yogui, con la llegada de la primavera.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cumpleaños (o cumpleaño) de Diego

He estado tan ocupado con las evaluaciones (que en mi instituto se han adelantado a esta semana por mor de la asistencia de los alumnos los últimos días -como si la mayoría no asistiera per se-) que entre corregir exámenes y hacer cuentas para poner las notas no me ha dado tiempo a celebrar en el mundo bloguero el cumpleaños de Diego (cumpleaño sería más exacto), que fue el domingo. Los cambios que se han operado en estos 366 días de año bisiesto quedan muy claritos si se comparan las fotos de esta entrada con la que colgué cuando nació. Diego pesa ahora tres veces más y ha ganado un 50% de estatura. Si aprovechásemos igual todos los años de nuestra vida...

Diego, pasándoselo en grande con su mesa de actividades parlanchina.


Diego, con su gorrito y su cazadora, preparado para afrontar valientemente un gélido día de invierno (perdónese el exceso de flash).

martes, 25 de noviembre de 2008

Traducciones literales I (el aguijón en el vocablo)

Con las elecciones de EE.UU. y el flamante equipo de gobierno que día a día vamos leyendo en la prensa y vemos en televisión e internet compruebo por enésima vez la pereza mental que inunda el periodismo cuando se trata de traducir términos de otros idiomas (en particular, del inglés) al nuestro. Aunque el periodista cuenta con la dificultad (y la excusa) del apresuramiento, de la inmediatez, lo cierto es que la traducción literal asoma la cabeza en novelas y otros textos que pueden estudiarse con más detenimiento, como contaba hace ya tiempo Javier Marías en El País Semanal.

La rapidez que implica la noticia no exime al periodista de la falta que comete cuando se incurre en ella hasta la saciedad o cuando se repite mecánicamente sin reparar en su significado en español o en que ya existen las palabras precisas en castellano para denominar aquello que ha de traducirse. Las traducciones literales al principio chirrían, pero luego se van adaptando a nuestro discurso. Nuestros oídos, desde luego, se acostumbran a todo.
El día de las elecciones americanas los oídos me lloraban ya de escuchar continuamente las palabras "votos electorales" y "votos populares". Venían a mis oídos y se enseñoreaban de ellos como música de las estrellas. Y en el hartazgo que se iba apoderando de todo mi ser, acabé reflexionando sobre el significado de "votos populares" y "votos electorales". ¿Qué coño quería decir eso? Deduje por mis propios medios que el sintagma "votos populares" venía a referirse a lo que en España llamamos "votos" a secas, y los "votos electorales" a lo que denominamos "escaños" o bien en este caso "delegados". ¿Por qué entonces repetir continuamente eso tan americano de "votos electorales" y "votos populares" si tenemos prácticamente que imaginarnos su significado?
(Continuará)

martes, 18 de noviembre de 2008

En la cumbre


De nuevo La insoportable levedad del ser me da claves para interpretar cumbre que se ha celebrado este fin de semana en Washington. Hace ya unos días comparé el casi lúbrico deseo de ir a la cumbre de nuestro presidente (a quien desde aquí felicito por este éxito) con la levedad de Parménides y el peso de Beethoven, dicotomía que explica Kundera en su novela. Ahora, son las fotos del encuentro las que traen a mi memoria una parte de esta obra, que cuenta las relaciones de dos parejas cuyos miembros, en un momento u otro de sus vidas, entran en contacto.

Franz, el personaje que menos páginas ocupa de los cuatro, es un profesor suizo casado con una mujer a la que no quiere y amante de una pintora llamada Sabina que fue amante a su vez de otro protagonista de la historia, Tomás. Cuando Franz abandona a su esposa, Sabina lo abandona a él, pero el profesor, en vez de hundirse en una depresión severa, se siente reconfortado: por primera vez en su vida puede tomar decisiones por sí mismo.

Con el tiempo inicia una relación amorosa con una alumna suya, pero sigue guardando por Sabina un amor más allá de las cosas, un amor semejante al que mantenía según las normas del amor cortés medieval el amante con su dama. Como prueba de ese amor descabellado, Franz acepta acompañar una protesta en Camboya para pedir a sus autoridades que permitan el paso a un grupo de médicos para atender a la población civil.

El grupo se aproxima a la frontera y una traductora pide que dejen entrar a los médicos. Se suceden los segundos, caen los minutos uno tras otro, pero desde el otro lado del río que hace frontera todo es silencio o, peor aún: indiferencia. "Franz comprendió de pronto que todos eran ridículos, él y los demás, pero aquella comprensión no lo separaba de ellos, no lo llenaba de ironía, al contrario, era ahora cuando sentía por ellos un inmenso amor [...]. ¿Qué más puede hacer esa gente que teatro? ¿Les queda alguna otra posibilidad?".

Los miembros del G20 se enfrentan a una situación desconocida que difícilmente puede solucionarse en reuniones como las de este fin de semana. Es imposible tomarse un café con churros por la mañana, como ha dicho Solbes muy socarronamente, y salir por la tarde con el capitalismo refundado. Quizá esta cumbre no sea más que puro teatro. Pero, como a Franz y a sus compañeros de marcha, ¿acaso les queda otra posibilidad?
Foto de www.rtve.es

jueves, 13 de noviembre de 2008

A los troyanos lo de los troyanos y a los aqueos lo de los aqueos

Es curioso cómo una mala traducción, una interpretación errónea o una elisión más o menos voluntaria puede cambiar radicalmente la realidad. 
Según la Ilíada, los troyanos sufrieron un asedio que se prolongó nada menos que nueve años, momento en el cual se manifiesta la cólera de Aquiles. El asalto a la ciudad, mítica durante siglos, es una obra maestra de la astucia sobradamente conocida. Los troyanos aceptan un caballo envenenado (con un rico mundo interior, diría algún psicoanalista contemporáneo) que lleva en sus entrañas, como una madre, la destrucción de la ciudad. Y, sin embargo, paradójicamente, en informática reciben el nombre de troyanos aquellos programas que se instalan inadvertidamente en los ordenadores y controlan los movimientos o las páginas que visitan sus usuarios. Los troyanos son, pues, programas espía que llevan a cabo una labor semejante a la que desempeñó el caballo de Troya en la Ilíada, pero no los troyanos, que precisamente fueron sus víctimas (que se lo digan a Eneas, por ejemplo), ya que el animal de madera fue obra de los aqueos. 
Dice la Wikipedia, que hoy parece necesitar de nuestra ayuda (pretenden recaudar seis millones de dólares en todo el mundo, ni más ni menos), que la palabra troyano, con esta acepción, procede directamente del trojan horse inglés, 'caballo troyano' literalmente, expresión de la que por economía lingüística, supongo, o por ecología, se eliminó el caballo
Internet ha convertido a los troyanos en invasores. Cómo se nota que ni Las troyanas de Eurípides ni la Ilíada están en los primeros puestos en las listas de venta de libros...

lunes, 10 de noviembre de 2008

¡Me he convertido en un personaje de Los lunes al sol!


A veces desayuno en un bar de La Puebla de los Infantes que está junto a la Plaza de la Virgen de las Huertas. A esas horas, sobre las ocho y veinte de la mañana, suelen poblar el local cuatro o cinco parroquianos que dedican su tiempo a mirar al vacío mientras se beben un copazo de anís del Mono o de la Castellana, o un licor de guindas Miura de la vecina Cazalla de la Sierra. En la barra, los cafés corren mayor peligro de extinción que el lince ibérico.

La semana pasada pedí mi café con leche y mi tostada de rigor. A mi lado, un tipo joven que trabaja en la Caixa de enfrente comentaba que su compañero llevaba una semana sin ir al trabajo porque estaba disfrutando del nuevo permiso de paternidad.

- ¿Quince días? ¿Pero es que ha parío él? -preguntó socarronamente el camarero.

Cuatro jornaleros que desayunaban su copita de aguardiente (hay que recordar que el desayuno es la comida más importante del día) se inmiscuyeron en la conversación. Uno contó un caso de un trabajador que había tomado la baja de paternidad.

- Al volver le mandaron otra vez a su casita.

A los demás parroquianos les pareció natural la actuación de la empresa. Me pareció una postura curiosa en un pueblo en el que gobierna IU y en el que el PP apenas tiene representación, pero el voto en muchos casos no es que sea secreto, es que es inescrutable (aunque haya que escrutarlo por cojones).

- Es que ahora hay que mimar el puesto de trabajo -continuó otro.

- No, no -terció un tercero- es que tener un trabajo con sus fines de semana, sus puentes, sus vacaciones pagadas... es que no es tan sencillo.

Mordí un trozo de mi tostada aún a medias y miré con atención los rostros de todos los que me acompañaban en el bar. Si hubiera visto a un tipo gordo, con barba y un parecido razonable a Javier Bardem no hubiera dudado ni un instante de que me había convertido sin enterarme en un personaje de Los lunes al sol. Menos mal que nadie recurrió a la etimología de la palabra antípodas: anti podas, 'locon trario'. Si no, habría llegado a dudar de mi propia existencia.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El artífice en la sombra de la victoria de Obama.

Todo el mundo está hablando estos días hasta la saciedad de la victoria de Barack Obama, de sus extraordinarias cualidades para la política (esas que, dicho sea de paso, escasean en la mayoría de los políticos), de su capacidad para encauzar los deseos de cambio de su país y de gran parte del mundo en este momento de desconcierto, y sin embargo apenas se ha nombrado a una persona que ha contribuido decisivamente a este momento histórico, un hombre en la sombra sin cuya participación activa estos últimos años hoy no estaríamos hablando de que un negro llega por fin a la Casa Blanca. Sin su ineptitud, sin su estulticia, sin sus rebajas de impuestos a los más ricos, sin su propensión a explotar el miedo de sus ciudadanos, sin las guerras de Iraq y Afganistán, sin sus problemas para deglutir una galleta, sin todo usted, en suma, todo lo que estamos viviendo hoy no habría sido posible. Gracias por todo, George W. Bush.

martes, 4 de noviembre de 2008

S.O.S. ¡No encuentro mi colegio electoral!


Esta mañana me he levantado exultante, pletórico, con más ganas de votar que nunca (si es que alguna vez he sentido tal cosa). Las calles estarán engalanadas, ondearán por doquier banderas de barras y estrellas, y se oirá por todas partes el himno americano entre viandantes obesos y puestos de perritos calientes.

Cojo mi voto, lo guardo cuidadosamente en mi bolsillo y me dirijo con aplomo a mi colegio electoral de referencia, el Hotel Castillo. Allí me recibe un tipo con cara de pocos amigos que me dice que las elecciones no son en España, sino en EEUU, y que ya está harto de repetírselo a la gente. Que como siga así la cosa cierra el chiringuito y se pira con viento fresco.

Desde la alegría angelical de la mañana, mi cara va transformándose lentamente en una mueca de enfado indisimulable, de indignación generalizada contra el mundo. O sea que me he estado tragando horas y horas de campaña electoral, periódicos, revistas, televisiones, amigos, que si Obama se echaba unas risas en Illinois, o que si McCain daba un mitin en un maldito McDonalds de Ohio, y resulta que yo aquí ni pincho ni corto, que no puedo ni depositar un papel en una urna, que no puedo ni opinar. Por Dios, nos han bombardeado con más virulencia que en nuestras propias elecciones. Eso me dará derecho a algo, ¿no? Todos los presentadores de telediarios, radios, corresponsales de periódicos, etc., en Washington, programas especiales, suplementos etc., etc., ¿y nosotros no tenemos ni voz ni voto? Manda huevos. ¡Qué decepción más grande!

Después de hoy, tengo clara una cosa: a mí que no me vuelvan a llamar para votar en otras elecciones americanas. ¡Coño!

sábado, 1 de noviembre de 2008

En el día de los Santos

DEL DOCTOR JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN,
A LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO, ENCARECIENDO EL DESEO QUE TUVO DE QUE VIVIERA.
Si a darte vida mi dolor bastara,
con mi dolor de mi dolor muriera,
y porque mi dolor el mayor fuera,
géneros nuevos de sentir buscara.
Si la vida se diera o se prestara,
la mitad de mi vida te ofreciera,
o toda, porque celos no tuviera
la otra mitad que huérfana quedara.
Y si el alma pudiera en tu agonía
restituir tu vida con la suya,
abrigando en su ardor tu sangre fría,
aunque a desdén mi vida lo atribuya,
te diera liberal el alma mía
por mejorarla con hacerla tuya.

jueves, 30 de octubre de 2008

Politiqueos

Ha causado escándalo en cierta parte del periodismo nacional la imagen del Congreso de los Diputados prácticamente desierto en una sesión plenaria destinada a debatir un asunto crucial para el país: el paro. Aunque hacer novillos nunca es justificable, lo cierto es que los diputados pueden esgrimir tres causas atenuantes en este caso concreto:
El ponente para tan alta ocasión no era otro que Pedro Solbes, no demasiado apreciado en su círculo como showman precisamente. Sabiendo que sus discursos suenan más bien como el arrullo de una madre o como la nana de una abuela, los diputados de todos los partidos prefirieron quedarse dormidos en casa y ahorrarse la canción de cuna y el espectáculo de ojos cerrados, boca abierta y ronquido suelto que podrían haber dado en el Congreso.

¿Cómo se puede pretender, por otro lado, que los diputados asistan a un pleno matutino (palabra preferida de mi hermano Álvaro en su infancia) en el que no participa ninguna de las estrellas de esta farándula? Es como ir a ver una película porque actúa Mar Flores. Cuando los primeros espadas no salen al ruedo, lo mejor que pueden hacer los subalternos es quedarse en casa. Sin líder, no somos nada (o nadie nos controla).

Y, por último: ¿cómo podemos escandalizarnos de que los diputados no vayan a trabajar (aunque cobran igualmente, ¿no?) si en la política ocurren todos los días cosas más graves? (eso sin contar con que el mejor favor que muchos políticos pueden hacerle a España es precisamente no hacer nada).

El otro día, sin ir más lejos, me contaba un compañero del instituto un caso especialmente abominable. En una ciudad andaluza se entregaban más de cien pisos de protección oficial. Uno de ellos le había "tocado" a mi compañero. Tamaña ocasión no podía desperdiciarla el Señor Alcalde de la ciudad en cuestión (los pagará él de su propio bolsillo, ¿no?), que se personó en el acto con la parafernalia de rigor. Pero el tipo debía de tener algo de prisa, problemas de agenda o una inoportuna gastroenteritis, vaya usted a saber, y quería irse del lugar rápido pero con las fotos hechas, al menos tres o cuatro. Así que, ni corto ni perezoso, indica a los organizadores del evento por quiénes debe comenzar el reparto de llaves. ¿Se lo imaginan?

- Primero los de sillas de ruedas.

Hay que ser muy hijo de puta...

lunes, 27 de octubre de 2008

Hacer cumbre

El gobierno español ha lanzado una ofensiva para que España participe en una cumbre que ya ha ocupado en unos días más páginas que la mítica del Everest en siglos. A Zapatero le está costando alcanzar la cima. Intenta contratar a algún sherpa para que le ayude en la ascensión, pero se encuentra con más de una negativa porque un lejano día se enemistó con el sherpa mayor (el mayor, pero no el más listo, desde luego).
En La insoportable levedad del ser, Milan Kundera expone dos visiones antitéticas sobre la levedad. Parménides de Elea, firme defensor de los opuestos, opinaba que el contrario (como en los gemelos) positivo era la levedad, mientras que Beethoven prefería el peso, la masa, la fricción con la tierra. Para Beethoven la levedad era ligereza, frivolidad; para Parménides, ascensión y espíritu.
Zapatero podría aprovechar la levedad para ascender hasta la reunión de los líderes mundiales, pero, paradójicamente, para tomar la cumbre hay que tener peso, materia, cuerpo, hasta envergadura, y eso no lo tiene Zapatero ni lo ha tenido España (qué se le va a hacer) en los últimos siglos. Por eso Zapatero no entiende a su ministro de Economía, al viejo marino al que le importa un bledo que España no figure donde no ha estado nunca mientras él pueda saborear el humo de su pipa, al vicepresidente que rumia la supremacía de la levedad de Parménides; y por eso se reconcome en la Moncloa, mordiéndose las uñas, llamando a mil puertas rocosas que devuelven palabras sin significado, sintiendo en sus carnes como ningún otro la insoportable levedad de ser presidente del gobierno español.